El más mayor de los tres internacionales es Iago Aspas (1988), que por entonces quería demostrar sus cualidades con el filial para ser reclutado por el primer equipo, donde ya jugaba un impulsivo joven, aún con nacionalidad brasileña llamado Diego Costa. Si hay algo que los Mundiales muestran, es que ser el país organizador siempre es un plus. Me levantaba a las seis de la mañana, camiseta de japon entrenaba antes y después hacía mi trabajo con en el Atlético o con la selección.